La Ansiedad y el Miedo son emociones básicas que tenemos todos los animales. Son necesarias para sobrevivir, y a pesar de llevar existiendo miles de años como especie, no se han extinguido, ni deben hacerlo, porque cumplen una función fundamental: avisarnos de que puede existir un peligro, y hay que hacer algo. Pero, ¿cómo reaccionamos cuando sentimos los síntomas de la ansiedad?
Hoy en día casi todo el mundo ha tenido ansiedad y miedo. Algunos de forma funcional, otros de forma más patológica. Hay varios componentes que caracterizan la presencia de la ansiedad, a nivel fisiológico, conductual y cognitivo. Pero hay uno, de tipo cognitivo, muy llamativo, poco conocido, y muy característico de los “Ataques de Ansiedad o de Pánico”: el miedo al miedo. Es decir, tener miedo de volver a experimentar el miedo que se pasa cuando se ha tenido un ataque de ansiedad. Aparece un nuevo miedo, que es el “miedo al miedo”. La persona, sin ser muy consciente, empieza a orientarse, cada vez más, a evitar a toda costa volver a tener miedo y a sentirse mal, por lo que empieza a estar muy pendiente de su estado, de su cuerpo, de su corazón, de su respiración, de su forma de tragar, de si no duerme, de su cansancio… y de cualquier otra sensación corporal y/o fisiológica que le pueda indicar que algo no va bien, y que puede avecinarse un nuevo episodio de ansiedad. A veces, se puede rizar más el rizo, y temer también que tras ese nuevo ataque de ansiedad, luego aparezca otra cosa peor, incapaz de tolerarla. Este intento de control se convierte en un problema que atrapa a la persona e incrementa cada vez más la ansiedad, a la par que la limita más y más, llegando incluso a incapacitarla para funcionar.
Lo mejor para poder salir de esta espiral de control, es darse cuenta y pedir ayuda profesional. El miedo siempre atrapa, y es muy sano e inteligente saber pedir ayuda para aprender a liberarse.
Beatriz Fernández Carrera
Psicóloga General Sanitaria y Psicoterapeuta. O-01766
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